De “pasillo de la muerte” a corredor cultural: la transformación extrema de la Calzada de Tlalpan

Durante décadas, la Calzada de Tlalpan fue sinónimo de tráfico interminable, cruces peligrosos y una percepción dominante de inseguridad en amplios tramos de la Ciudad de México. Esa enorme arteria —que desde la época prehispánica conectaba el centro de la antigua Tenochtitlán con el sur profundo del valle— se volvió con el tiempo una vía inhóspita para peatones, con pocos espacios públicos de calidad y una experiencia urbana dominada por autos y autobuses.

Hoy, sin embargo, la ruta está en medio de una metamorfosis urbana ambiciosa que promete convertirla de corredor automovilístico olvidado en un espacio cultural, verde y seguro para transeúntes, ciclistas y visitantes de toda la ciudad.

Una obra urbana con visión social

La transformación de la Calzada de Tlalpan incluye proyectos de infraestructura pensados para recuperar el espacio público: además de una serie de rehabilitaciones de banquetas, cruces seguros y luminarias, autoridades han impulsado la creación de espacios peatonales y áreas verdes a lo largo del corredor, con murales y arte urbano diseminados como parte del embellecimiento general.

Una de las piezas más llamativas de este plan es el proyecto de la Calzada Flotante, un parque urbano elevado sobre la Línea 2 del Metro que conectará puntos clave como Plaza Tlaxcoaque y Chabacano, ofreciendo un paseo seguro, zonas de descanso, vegetación y espacios de exposición que impulsan la convivencia a pie y la movilidad activa.

Este corredor reinterpretado fue conceptualizado bajo el enfoque de “Caminos de Mujeres Libres y Seguras”, un modelo que busca no solo mejorar la movilidad, sino garantizar que desde el diseño urbano se promueva la seguridad integral y accesible para todas las personas, en especial para mujeres y ciclistas.

La avenida como galería urbana

El arte público ha sido un elemento clave en esta reconfiguración. A lo largo de diferentes tramos, muralistas locales e internacionales han sido convocados para plasmar una narrativa visual diversa, desde celebraciones comunitarias hasta homenajes a atletas y símbolos culturales.

Estos murales no solo embellecen la vialidad: funcionan como puntos de identidad y orgullo vecinal que ayudan a transformar la percepción del espacio —pasando de un tránsito puramente funcional a un pasaje que invita a detenerse, observar y recorrer a ritmo humano.

Cultura, cafés y vida local

Aunque la Gran Calzada sigue siendo un eje de movilidad importante, su influencia cultural ahora se siente más allá de sus banquetas mejoradas. En barrios cercanos como Tlalpan Centro (hacia el sur) se ha consolidado una vida urbana más pausada, con cafés, galerías y espacios de encuentro que complementan la transformación urbana.

En la misma avenida y sus alrededores, pequeñas cafeterías y “third wave cafés” —lugares enfocados en el café de especialidad y la experiencia social relajada— han encontrado un nicho entre quienes buscan alternativas a los grandes centros comerciales. Destacan opciones como cafés con terraza o ambientes inspirados en la comunidad local.

Además, la rehabilitación de espacios como el antiguo Cine Tlalpan, hoy concebido como un multiforo cultural dentro de la estrategia municipal “Espacio Público a 20 Minutos”, apunta a enriquecer la escena de teatro independiente, música y actividades comunitarias a pie de calle.

Más allá del concreto: seguridad y comunidad

La transformación del corredor no es solo estética o funcional: está estrechamente vinculada a estrategias de seguridad urbana y cohesión comunitaria. Las intervenciones recientes incluyen iluminaciones reforzadas, cruces peatonales más visibles, senderos seguros y áreas rehabilitadas —todo con la intención de mejorar la experiencia al caminar y hacer del trayecto diario algo más digno y atractivo para quienes viven y trabajan en la zona.

Este proceso todavía está en marcha y no está exento de controversias —como suele ocurrir con grandes proyectos de infraestructura urbana— pero es innegable que la visión de corredor cultural, verde y seguro está redefiniendo cómo habitantes y visitantes perciben una de las avenidas más históricas de la Ciudad de México.

La Calzada de Tlalpan, antes un pasillo de prisa y peligro, está siendo repensada como un punto de encuentro, identidad y vida urbana que busca reconciliar su historia milenaria con las necesidades culturales y sociales del siglo XXI.

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